domingo, 29 de julio de 2012

La letra con sangre entra, de Francisco de Goya





Buscando el título de un libro me encontré con la pintura del español Francisco de Goya, que lleva el mismo nombre del libro: "La letra con sangre entra", una representación sobre la educación del siglo XVIII. Con tantas teorías pedagógicas en nuestra actualidad, esta imagen sería muy difícil verla, sin embargo, pareciera que la educación actual simplemente no funciona... ¿Qué está fallando?

jueves, 12 de julio de 2012

Vamos al Pub!

Se han preguntado  ¿qué es un Pub? En Tijuana se ha puesto muy de moda que los bares lleven el nombre de "El Pub de La Cacho", "El Pub del ..." pues aquí la explicación de su origen y significado. 
Tomado de la revista Algarabía











La palabra pub es la manera informal en que los angloparlantes se refieren al public house, una especie de bar, fundamental en la cultura británica y en la mayoría de los países de la Commonwealth: Irlanda, Australia y Nueva Zelanda.1





Imagine que pasa un largo fin de semana en Londres. Quizá vaya a Harvey Nichols, la tienda departamental de moda; después a dar un paseo por Sloane Street hacia la General Trading Company: aquí es donde las hijas de la clase media alta, o las personas que así se conciben —las sloane rangers—, ordenan sus regalos de bodas. En Sloane Square usted da vuelta hacia King’s Road y camina con tranquilidad por un largo rato hasta que se siente perdido. Peor aún, el vecindario se llama World’s End —«El fin del mundo».
¿Se terminó King’s Road? No, sólo serpentea, da vueltas, y se convierte en New King’s Road. Pasa una pequeña área verde al aire libre, casi como el prado de una villa, y después otra. Ha sido una placentera mañana o tarde: viendo tiendas y personas mientras camina. Ahora puede descansar, tomar un trago, comer o cenar. No aseguro qué tan bueno será su descanso, pero la bebida y comida tienen el potencial de ser memorables.

UN PUB A LA VISTA

Un buen pub inglés tiene un aspecto específico. ¿Cuál? Pues el de un pub. Usted puede darse cuenta porque no es un bar ni un restaurante. Ésta es una de las maravillas de un auténtico pub: se descubre con facilidad, aun cuando esté escondido —algunos de los mejores lo están—. Es una institución inglesa; existen en Gales también, pero los hoteles y bares en Escocia e Irlanda tienen su estilo particular, muy distinto.
El pub inglés no se creó en un día. Uno de los primeros visitantes latinos en Londres, Julio César, dijo que los británicos estaban «acostumbrados a reunirse» en lugares donde bebían cerveza. Cruzados y peregrinos bebían en hostales y monasterios. Actores itinerantes de la época de Shakespeare representaban sus obras en los patios de los hostales. El término public house —casa pública— no se introdujo al lenguaje sino hasta 1854, cuando se empleó en un comité del Parlamento inglés.
Los suntuosos pubs que entretenían a los trabajadores llegaron a las ciudades gracias a la Revolución industrial. Sugiero entrar al pub más lejano del prado. Se le llamó The Sloaney Pony como broma, aunque ésa es la clase de nombre que inventan los mercadólogos: los nombres de pub auténticos no se inventan; evolucionan del mismo modo que los pubs lo han hecho por más de 2 mil años.
El verdadero nombre del pub es The White Horse, quizá un símbolo pagano en Inglaterra, y ciertamente el emblema de Kent, condado de sembradíos de lúpulo, que colinda con Londres. Platicar es la actividad más importante de un verdadero pub. Es por ello que usted no está obligado a tomar asiento. Una vez sentado, es difícil entablar conversaciones con extraños. Los auténticos pubs no tienen servicio a la mesa, a menos que alguien esté comiendo. Usted se dirige a la barra y ordena una cerveza. Un lugar que no sirve cerveza no es un pub, es una vinatería, un bar o algo más. Un pub auténtico siempre vende más cerveza que vino o licores.
Para conocer más sobre los pubs favoritos en Londres y sobre las bebidas y alimentos que ahí encontrarás, lee el artículo completo en la versión impresa de Algarabía 94.

Michael Jackson —no confundir con el occiso «rey del pop»— es uno de los más reconocidos cronistas gastronómicos de Londres. Su libro American Express Pocket Guide to London fue galardonado como La Guía Turística de la Década de los años 80.

1 Este artículo se publicó originalmente como: «My favorite pub», en Slow Food, Nueva York: Slow Magazine, 2001. [Trad. Mónica López Fernández.] [Todas las notas son de la edición.]

domingo, 1 de julio de 2012

Neolengua...

El escritor inglés George Orwell se imaginó en su libro 1984 una "neolengua" en Oceanía, el país donde el gobierno era totalitario, y buscaba abreviar y reducir las palabras. Recuerdo que la reflexión que hace su personaje principal, Winston, sobre la neolengua era que al abreviar las palabras y reducir el vocabulario de sus ciudadanos, no les permitía desarrollar el pensamiento abstracto, analítico y crítico, lo que favorecía al sistema.

Aquí comparto un artículo de la página  http://www.lasangredelleonverde.com, de alguien que sólo firma como IF, lo que no demerita su contenido. Espero sea de su interés.


La neolengua de George Orwell


La neolengua es un idioma ficticio que inventó el autor británico George Orwell (1903-1950) en su novela antiutópica “1984”. Con este lenguaje los líderes del Ingsoc, partido único que domina a la población de una porción del globo llamada Oceanía, pretendían evitar no solo la expresión de ideas contrarias a los principios del partido sino incluso la posibilidad de que tales ideas fueran pensables. En el tiempo en el que se sitúa la novela solo muy pocas personas hablan neolengua pero para el 2050 se esperaba que la desaparición de la viejalengua que sería sustituida por el nuevo lenguaje.
    Para conseguir que el lenguaje se adaptara al pensamiento del Ingsoc las palabras sufren un doble proceso de destrucción y designificación. Por un lado, el neolenguaje solo admite las palabras imprescindibles para la comunicación. Por ejemplo, los sinónimos eran eliminados y se dejaba una sola de las palabras para designar un objeto o acción. Dos de las palabras perro, can o chucho son prescindibles dentro de la neolengua. Además, gracias a los sufijos y a las terminaciones las palabras podían cambiar de significado de manera fácil, lo que permitía, también, suprimir muchas palabras. Por ejemplo, en vez de existir las palabras bueno y malo, existía bueno e inbueno.
Al mismo tiempo que se reducían las palabras, se intentaba afilar su significado; es decir, las palabras del neolenguaje debían decir justo lo que querían decir sin dejar ningún campo significativo abierto. En neolengua, por ejemplo, existe la palabra “libre” pero está despojada de cualquier sentido político, solo puede usarse para expresar “libre de”, es decir, se puede usar la palabra en contextos como “el hombre está libre de caries” o “el perro está libre de piojos”; sin embargo, la frase “él es un hombre libre” carecería de sentido.
    Existen tres niveles de vocabulario. El nivel A, palabras de uso cotidiano para cualquier ciudadano; el nivel B compuesto por palabras con connotaciones políticas o ideológicas; y el nivel C en el que están todas las palabras técnicas. Las normas gramaticales son idénticas en los tres vocabularios.
    Las palabras de vocabulario B aunque, en un principio, podrían parecer que tienen un referente más abstracto y un campo semántico más difuso, también en ellas se aplican los principios de la neolengua de concreción significativa y de reducción de vocabulario. Por ejemplo, la palabra “sexocrimen” significaba toda conducta sexual que no buscase la procreación en el coito; en ella estaban englobadas la homosexualidad, el adulterio, el coito por placer, etc. El especialista en perversiones tendrá en el vocabulario C palabras técnicas para designar cada una de las diferentes formas del sexocrimen, pero para el hombre de la calle es suficiente con una palabra. Además, en consonancia con los sistemas totalitarios del XX como el fascismo o el comunismo (y en mi opinión también la democracia burguesa), el vocabulario político se llena de acrónimos como “Comintern” en vez de Internacional Comunista o “Miniver” por Ministerio de la Verdad. Con esto se pretende que las palabras evoquen ideológicamente lo menos posible, sean meras palabras con un referente concreto sin posibilidad de que tengan otra connotación que la dictada por el Ingsoc.
    Las palabras del vocabulario B están definidas de tal manera y evocan tales sentimientos en el hablante que es imposible construir una expresión políticamente contraria a la ideología del Ingsoc. Se podría decir “el sexocrimen es bueno” pero como se ve en la misma frase, la palabra “sexocrimen” tiene en ella misma el matiz de negatividad por lo que frases de ese estilo sonarían autocontradictorias. Como, además, las palabras del tipo igualdad o libertad pertenecen al vocabulario A, ya han perdido todo el sentido ideológico que podían tener.
    Podemos preguntarnos si el lenguaje artificial propuesto por Orwell en su famosa antiutopía es una posibilidad real. Mi opinión es que no. La neolengua es una posibilidad teórica que podría encasillar el pensamiento de una porción del conjunto de la sociedad pero el lenguaje es en sí mismo algo tan vivo que escaparía del control del poder político. Bromear con las palabras, darles un sentido equívoco aposta, construir nuevas formas de expresar las mismas ideas, hacer juegos de palabras, etc. son actividades enraizadas en la naturaleza del hombre. Su mente explora, juega y recrea la realidad de continuo y el lenguaje es el instrumento de esa actividad; es difícil imaginar un lenguaje que no esté sujeto a una vida propia, a una dinámica que no le puede ser impuesta por academias ni estados. El lenguaje como exteriorización del espíritu humano es libre como podemos constatar cuando vemos en cualquier comunidad idiomática una riqueza de expresiones, giros, acentos, etc. reflejo de las idiosincrasias y tradiciones particulares de los pueblos.
    Otra cuestión es la voluntad de manipular el lenguaje por parte de los organismos del poder. Es evidente que eso siempre se ha producido y aún hoy somos víctimas de ese poder lingüístico coercitivo. Como los USA atacan y masacran países para después tiranizarlos en nombre de la “libertad” es un ejemplo. El valor sacrosanto de la palabra “democracia” es otro ejemplo más ¿nunca te has percatado lo mal que suena “soy un antidemócrata”?; sin embargo, la democracia aupó a Hitler al poder, bombardeó Hiroshima y Nagasaki y hoy depreda la riqueza ecológica del planeta. A pesar de todo, ser un demócrata es condición sine qua non para ser considerado una persona respetable en el occidente opulento. El surgimiento de ministerios con nombres tan eufemísticos como “Ministerio de Defensa” o “Ministerio de Igualdad” aquí en España no se alejan en lo más mínimo del “Ministerio de la Verdad” o “Ministerio del Amor” orwelliano.
    No obstante, como ya dije, ese intento de manipulación del lenguaje solo tiene un éxito relativo. Los intelectuales se percatan del engaño y la sociedad civil bromea con las palabras recubiertas por los oropeles del poder. Así el estado se ve obligado a reconstruir continuamente el lenguaje de lo políticamente correcto en un intento de perpetuar el engaño, pero que lo consiga perpetuar y hacerlo extensivo a toda la población se me antoja imposible. Como dijo Abraham Lincoln “Se puede engañar a algunos todo el tiempo y a todos algún tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo”.

   Si quieres leer 1984 de Orwell aquí tienes el enlace al libro en PDF, al final está el apéndice sobre la neolengua.