miércoles, 3 de octubre de 2012

"Sangrar el párrafo"

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"Sangrar un párrafo" significa empezar un renglón más adentro que los otros de la plana. El resultado de esta acción es lo que llamamos "sangría". Cada párrafo de un texto debe iniciarse así para que puedan diferenciarse claramente. En un texto discursivo, no es recomendable un espacio en blanco entre el final de un párrafo y el siguiente sangrado, como es costumbre en muchas oficinas donde privan criterios más burocráticos que literarios, periodísticos o académicos. [En Facebook, no es posible sangrar los párrafos. Por ello, para indicar cambio de párrafo, el único recurso es dejar un renglón en blanco].

Cada párrafo gira alrededor de una idea principal. En teoría, con una nueva idea principal, se cambia de párrafo, y este se inicia con una sangría, tal como sucedió en el que está usted leyendo. Pero en la práctica entran otras consideraciones, como la clase de escrito de que se trata. 

En el periodismo, los párrafos suelen ser más breves que en los ensayos literarios o de otras disciplinas humanísticas. Esto se debe a que las columnas de los periódicos y revistas son delgadas generalmente, y un párrafo largo, como este, podría ocupar toda una página. Si un párrafo se vuelve demasiado largo, pierde su eficacia como tal. Para saber dónde es conveniente romper un párrafo en dos o más, hay que buscar algún punto de transición. Es allí donde podremos iniciar un párrafo nuevo con su respectiva sangría.

Cuando se trata del primer párrafo de un texto o del primer párrafo después de un subtítulo, no es necesario emplear sangría porque no pueden confundirse con párrafos anteriores, aunque sí sería correcto y aceptable hacerlo. Se trata, más bien, de una decisión editorial o una cuestión de gustos.

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