viernes, 27 de junio de 2014

“Vergüenza nos debería dar”

Aquí les compartimos otra opinión, sobre la porra futbolera mexicana.

El académico y ex presidente del Instituto Federal Electoral escribe sobre esta expresión recurrente entre los aficionados seguidores de la Selección Mexicana de Futbol, a raíz de la no-sanción por parte de FIFA a este grito masivo en tribuna, que muchos consideran que tiene una profunda carga homofóbica.
“Vergüenza nos debería dar”
Por José Woldenberg
Periódico Reforma 26 de junio, 2014
Ahora resulta (para algunos) que puto no es un insulto y que si lo es, no tiene la menor importancia, como diría Arturo de Córdova. Incluso, me dice un amigo que existe el derecho a insultar. Que es una derivación natural de la libertad de expresión. Pues no. Tampoco importa que la FIFA haya absuelto a México, pues no es un asunto que se resuelva con sanciones. El famoso grito es un espejo de lo que somos y de lo que creemos que estamos autorizados a hacer en aras del relajo.
No es cierto que la violencia verbal sea anodina. Hace daño. Agrede. Y se usa precisamente para eso: para denigrar, ofender, sobajar, discriminar. Negro, puto, indio, vieja, pueden ser hasta términos cariñosos; pero suelen ser dagas para joder, para humillar. Todos lo hemos hecho y quizá todos, en algún momento, lo resentimos.
Cuatro argumentos he leído para justificar a la masa de gritones. El primero es increíble: decirle puto a alguien no es un insulto. Se trata de pura y dura hipocresía, porque si no lo fuera nadie lo gritaría. Porque, puto, no nos hagamos, se utiliza en México para ofender a alguien que es o consideramos homosexual, como si esto último fuera una afrenta. Y por extensión se lo aplicamos a los que suponemos miedosos, traidores, pusilánimes, y agréguele usted. Es una injuria.
Otros, nos dicen, “es solo un juego, y por ello, no hay que exagerar”. Por supuesto que los que gritan puto se divierten, y para muchos de ellos es un esparcimiento; se sienten en un recreo que les permite todo tipo de desahogos. El asunto no es si ellos están jugando, sino lo que significa para los otros, los que reciben los dardos de sus gracejadas. El tipo que le lanzó un plátano a Daniel Alves del Barcelona a lo mejor estaba “jugando”… pero a costa de otro, al que equipara con un chango. Y eso es racismo puro, como puto es parte del diccionario homofóbico.
Otros más lo justifican con el argumento de que siempre ha sido así, que así es y así será. Que en los campos de futbol los jugadores se insultan y que en las tribunas no puede ni debe ser de otra manera. ¡Bonito razonamiento! Bajo esa premisa, pegarle a los hijos para supuestamente educarlos, impedir que las mujeres ocupen cargos públicos o acosar a los homosexuales diciéndoles maricones, jotos, putos, es legítimo porque no lo inventamos nosotros sino que lo heredamos como producto de una larga tradición. Que todos o la mayoría haga una cosa no la legitima. Hasta hace unos años, la mayoría decía que un poquito de violencia aplicada a la educación de los hijos no hacía mal, ya que era un recurso pedagógico. Creo, sin embargo, que poco a poco, precisamente por la resistencia primero de una minoría que paulatinamente se expandió, hoy por lo menos los golpes a los niños tienen una menor legitimidad que en el pasado inmediato. Cuando no pocos comentaristas y hasta la Federación Mexicana de Futbol salen a decir que puto es un grito natural, que no es para tanto, expresan de inmejorable manera la forma en que somos insensibles al daño que nuestros dichos infligen a los otros.
El otro argumento no fue más que una coartada para evadir el tema. Dado que la FIFA -decían- ha decidido que los próximos mundiales sean en Rusia y Qatar, países cuyos gobiernos persiguen la homosexualidad, no tiene derecho a ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Es el viejo recurso de escurrir el bulto diciendo que hay otros peores que uno, de tal suerte que no tienen autoridad para señalarnos. Sobra decir que se puede y debe condenar una y la otra cosa. Curiosamente, los mismos que no le reconocían calidad moral a la FIFA para juzgar, festejaron la absolución.
Debemos volver al inicio y a un cierto sentido común. No hay libertades absolutas por una simple y llana razón: porque vivimos con otros. Y nuestras libertades tienen un límite: los derechos de esos otros. Es la base de la convivencia medianamente civilizada. Nadie tiene derecho a injuriar, difamar, ofender, al amparo de la libertad de expresión.
Recordemos que la violencia física se inicia normalmente con la violencia verbal. La masa anónima se cree con derecho a insultar precisamente por ser masa. Es probable que la inmensa mayoría de los que gritan no se atrevieran -por cobardía o por respeto- a decirle puto al portero rival frente a frente. Pero en el anonimato todo se vale. Total, somos todos y somos nadie.
Es una vergüenza que miles de compatriotas se reúnan en un estadio para gritar puto. El aullido masivo es una triste expresión… de lo que somos.
“Es una vergüenza que miles de compatriotas se reúnan en un estadio para gritar puto. El aullido masivo es una triste expresión... de lo que somos”, advierte el ex presidente del IFE. “Recordemos que la violencia física se inicia normalmente con la violencia verbal”, dice.

Tomado de Aristegui.com

miércoles, 25 de junio de 2014

Jovial

El origen de la palabra jovial. Tomado del boletín "La palabra del día", de Ricardo Soca @rrsoca






Jovial

Desde la más remota antigüedad, los hombres creyeron que la vida sobre la Tierra estaba sujeta a la influencia de los planetas y las estrellas. Algunos de los mayores astrónomos de la historia se ganaron el sustento haciendo horóscopos, por ejemplo Képler, y son muchas las personas que aun hoy dan crédito a esas cosas, como demuestran las páginas de horóscopos en diarios y revistas.

El planeta más grande del sistema solar representaba al dios principal de la mitología grecorromana: Zeus para los griegos o Júpiter para los latinos, quienes también lo llamaban Jove, un dios que era considerado como la fuente de la alegría y la felicidad. Esto explica el hecho de que el adjetivo latino jovialis fuera usado con el sentido de 'relativo a Júpiter'. La palabra permaneció en italiano como gioviale, para denotar 'alegre, bienhumorado'; en la primera mitad del siglo XVI,

Rabelais la llevó al francés como jovial y, un siglo más tarde, fue adoptada por el español.

Vale la pena recordar que jueves también llegó al castellano –así como el francésjeudi y el italiano giovedi– procedente del latín dies Jovis 'día de Júpiter'.

martes, 24 de junio de 2014

"Despeje de putería"

A propósito de la discusión sobre la expresión "eeeeeeh puto", que nuestros paisanos mexicanos gritaron con tanto entusiasmo en uno de los partidos de México, en este mundial futbolero, les compartimos la siguiente columna de Jorge F. Hernández, quien da su opinión sobre el significado su significado y otros puntos interesantes. Que yo prefiero que cada quien saque sus propias conclusiones respecto a esta polémica.





OPINIÓN

Despeje de putería

Empezó como los chistes, volviéndose grito pegajoso, ofensivo y denigratorio, pero que por abuso se volvió usual y pendejo

Jorge F. Hernández
Es inevitable. A alguien, cualquiera, uno o varios aficionados mexicanos se les ocurrió quién sabe cuándo azuzar o ensalzar los despejes que realiza el portero de cualesquier equipo que sea rival de ellos, de ése o de aquél, con un Eeeeeé que acompaña los pasos previos a su despeje en el área chica y rematar –en el instante exacto en que el portero en cuestión patea el balón a la estratósfera—con un grito a coro: ¡Puto!, con signos de admiración en la saliva, estupor entre las damas y recatados funcionarios y casi la total incomprensión en jugadores y públicos de otros idiomas, hasta el día de hoy en que la FIFA y la afición brasileña se han encargado de globalizarlo. Empezó como los chistes y chismes, volviéndose grito o rito pegajoso, esencialmente ofensivo y denigratorio, pero que por abuso ya se volvió inofensivo, usual, insulso y hasta pendejo, diría yo a riesgo de que me multen.
Según la Real Academia Española, puto viene de puta (apócope y sinónimo de prostituta) y en su acepción como adjetivo se considera "calificación denigratoria" (como cuando un madrileño dice que "me he quedao sin un puto duro"), aunque como antífrasis se convierte en algo que ensalza o encarece (como cuándo alguien dice en no pocos países de Hispanoamérica –y en variados acentos—"... se volvió a ganar la lotería. ¡Qué puta suerte!"). La Academia de la Lengua también considera puto como sinónimo de necio o tonto y, efectivamente, en cuarto lugar de sus acepciones, puto es "Hombre que tiene concúbito con persona de su sexo".
Hace poco más de una década el grupo de rock mexicano Molotov realizó una gira por España y recuerdo los enredos y retruécanos en los que tuvieron que enmarañarse ante la prensa por las acusaciones y exhortaciones en pro de lo políticamente correcto que se le lanzaron en contra por el rítmico éxito de su canción "Puto" (cuyo coro repetía en síncopa: "Matarili al maricón"). Tanto jodieron los progres a Molotov que se pasaba por alto que la letra de esa canción tenía destinatario específico, que se libró del escarnio precisamente porque la atención se centraba en la palabrita de marras. Hasta la fecha, si alguien compra esa canción en iTunes se encuentra con la sorpresa de que el título aparece como "P**o" con ese ánimo tan gringo (tan de la moral majority, tan de los necios del Tea Party) que dizque rigen nuestras conciencias con advertencias.
Imaginemos a Miguel de Cervantes presentando hoy mismo su Quijote en la FNAC de Callao o a un tal Quevedo en entrevista de radio sobre su hilarante tratado Gracias y desgracias del ojo del culo (dedicado a una fulana, "gorda por arrobas, la del camisón cagado"). No faltaría el trasnochado o persignado o progre-políticamente-correcto que exigiría al otrora célebre Manco de Lepanto que advirtiera al público lector que su novela contiene groserías, blasfemias insinuadas, insinuaciones sexuales, elogios a la locura, abiertas críticas a la desigualdad social, etc. y al tal Quevedo lo relegarían a un horario de madrugada, lejos de los oídos píos de las santurronas y de los niños.
Entre las muchas manchas que empañan a los diferentes rostros de la FIFA se confirma su pretenciosa y autoritaria facilidad para distraer la atención del mundo. Justo cuando reaparecen indicios de corrupción y compra de árbitros, justo al tiempo en que ningún matemático ha sido capaz de descifrar el cubo de Rubik con el que realizan el cochupo de los sorteos, los sobornos para el otorgamiento de sedes para futuros torneos, justamente cuando crece el número de aficionados que preferiríamos impecable transparencia y absoluta pluralidad democrática en las formas y en el fondo de ese monstruo omnímodo con más miembros afiliados bajo sus siglas que los países representados en la Organización de las Naciones Unidas... pues, justo entonces se les ocurre la imbecilidad de insinuar la amenaza de sancionar a la Federación Mexicana de Fútbol con multas, o bien esgrimir el reglamento donde consta que la FIFA se abroga el derecho de expulsar de los estadios y multar en francos suizos (no pocos) a todo aquel que profiera insultos a los jugadores en la cancha, todo ello con el recién develado atributo de considerarse lingüistas, amén de políglotas.
Efectivamente, es patético que se haya popularizado en México el grito de ¡Puto! como broma convertida en cántico y es también patético que los medios de comunicación mexicanos insinúen sustituir el ya más que trillado grito que ya ni es insulto, por un cursi ¡Juntos!, o peor aún, ¡México!, al tiempo que parecen murmurar ¡ay, nanita, qué medio! ¡no nos vaya a excomulgar la FIFA! Desconozco en qué estadio y en cuál de los muchos insulsos partidos de la liga mexicana de fútbol nació el rito, pero supongo que así de aburrido e insulso estaría el juego (o así de odioso y siniestro era el portero que suscitó la puntada), pero consta que la babosada anónima se volvió tan litúrgica como la Ola, esa marea de supuesto entusiasmo forzoso colectivo que en ocasiones llega distraernos incluso de las mejores jugadas o nos llega a ahogar con la salada espuma de las cervezas que se desparraman en el oleaje justo en el instante de un gol. Es como si de pronto, en medio de la peor pesadilla, uno sueña que se encuentra vestido de tuno (mallas negras, zapatones con hebilla, capa de alguacillo, listones de colores y mandolina al pecho) y ya como miembro obligado de la peor estudiantina cantar a güevo "Clavelito".
Bien dice el poeta Julián Herbert que "puto no es necesariamente una palabra homofóbica, así como chingar no significa sólo fornicar y cabrón no significa nada más cornudo". Si la FIFA se quiere enredar en etimologías (y más aún, inmiscuirse en el peso cultural de las palabras en español) ha de ponderar que si un árbitro colombiano le dice a un jugador tico que no sea pendejo, el sentido de la frase no tiene nada que ver con lo que eso significa en México y si Messi espetara una alusión a la cajeta de la madre del Chicharito, la afición mexicana y del Manchester United lo entendería como el elogio de un postre.
En realidad, la FIFA mete los botines en su propio hocico y como oprobioso elefante omnímodo quiere poner en boca de todos una discusión necia en torno a una palabra que en realidad es plural: en el español de México muchas palabras se multiplican afortunadamente según el clima, el ánimo y la entonación con las que se profieren y en la inabarcable geografía de la Mancha, la lengua de Don Quijote se engrandece con todas las versiones y reversiones, giros labiales y expresiones caleidoscópicas que cada una de nuestras palabras del español adquiere en cada uno de los países, provincias, pueblos y personas de Hispanoamérica. Aceptemos que Puto no es solamente apodo denigratorio de Homosexual, tanto como debemos aceptar hasta dónde puede crecer la estulticia de una ocurrencia imbécil, tal como el irracional y etílico hombre al agua que decidió lanzarse al mar desde el treceavo piso de un crucero convertido en inmensa sala de fiestas no debería provocar el cierre de los puertos marítimos, la prohibición del consumo de alcohol en altamar o el registro en confesionario de todos y cada uno de los viajeros que declaren viajar con ánimo de fiesta. Que diga la FIFA su postura ante la posible estupidez de quien entienda que un puto peso es moneda que acostumbra follar sin tipo de cambio sólo con pesos de su misma denominación de origen y que explique la FIFA si alguien interpreta que el partido de México con Croacia será un encuentro muy cabrón porque se trata de ponerle los cuernos a la hermana de Modric o que nos explique la FIFA si todas las chingaderas que hace Josep Blatter son alusiones a sus posibles infidelidades.
Si la FIFA quiere volverse gramática sería aconsejable que definan de una vez su postura ante palabras como Robo, Engaño, Mentira, Impunidad, Despilfarro, Autarquía o Oligarquía. La FIFA proyecta obtener 4,000 millones de dólares de ingreso con el Mundial Brasil 2014 y deslinda toda responsabilidad de despilfarro en la construcción de estadios e infraestructura en el gobierno incauto que se embarcó en el crucero de su fiesta. La FIFA promete gastar sólo 400 millones de esos 4,000 millones de dólares en los premios que otorgará a las federaciones de los países participantes y a nadie tiene que informar sobre los viáticos, dispendios y privilegios que fardan sus directivos encorbatados, trasnochados y nada deportivos. Bien visto, los de la FIFA metidos en discusiones bizantinas son sinónimos de metiches sin saber bien a bien en lo que se meten, son jueces de línea que no saben ondear el banderín cuando son ellos mismos los que caen en el fuera de lugar. Es decir, son una bola de putos.

Publicado en El País


sábado, 21 de junio de 2014

"Voy hacer tiempo"



Hermosa e interesante reflexión de Juan José Luna


Es rara (y por ende me gusta) la expresión "hacer tiempo". Son las siete y la cita es a las ocho, entonces dices ''voy a hacer tiempo''; como si se tratara de construir un puente para llegar de las siete a las ocho. Podríamos decir: "voy a dejar pasar el tiempo", quizá sería los más apropiado, pero no, preferimos el lenguaje figurado y en vez de "dejar pasar el tiempo'', lo cual habla de un acto pasivo, optamos por una oración que implica un acto dinámico: hacer, construir, construimos un puente de tiempo para llegar de un lado a otro. Bello el lenguaje. Bello.

Origen de la palabra Talento

Hace mucho que no publicamos algo, pero aquí retomamos nuestra actividad de poner las curiosidades de nuestra lengua.

Aquí les dejamos el origen de la palabra Talento.

Por Ricardo Soca @rrsoca



Talento era el nombre genérico de diferentes monedas

talento

Los griegos llamaban tálanton al platillo de la balanza y, por extensión, también a las cantidades de metales preciosos que ponían allí para ser pesados. En épocas posteriores, tras una nueva evolución del término, se llamó talento a diferentes monedas que circulaban en varias ciudades del mundo helénico. Fue como nombre de moneda que talentum llegó más tarde a Roma, hasta que a cierta altura del desarrollo del Imperio, adquirió el significado de 'tesoro'.

La palabra aparece por primera vez en castellano en el Fuero de Avilés (1155), ya con el sentido de 'inteligencia' o 'dotes intelectuales'. Corominas presenta la hipótesis de que este cambio de sentido en nuestra lengua puede deberse a la parábola evangélica del servidor que obtuvo lucro de los talentos (tesoro) que le habían sido confiados en custodia, a diferencia de otro, que enterró el tesoro que le había sido entregado sin extraer de él ningún provecho, lo que habría dado origen al significado de talento como 'dotes naturales'.